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ESCOMBROS
 

La pintura se desarma. No como pérdida, sino como posibilidad de reconfiguración. Los papeles pintados —restos de otros gestos— se vuelven fragmentos de un montaje que parte del escombro para explorar lo que emerge entre las ruinas.

Pintura escombrada se inscribe dentro de mi práctica donde la creación, como en el acto psicoanalítico, exige atravesar una zona de derrumbe. El yo, con sus contornos heredados, se deshace para habilitar el surgimiento de algo más allá de lo aparente. En este proceso, lo fragmentario cobra protagonismo. No hay una imagen única ni un centro rector: hay capas, veladuras, pliegues que ocultan y revelan.

Entre los papeles rotos, busco. Busco en los huecos, en lo que parece descartado. El intento de romper es también el intento de ver, de hallar detrás de lo aprendido otra forma de mí. Como en el consultorio, el hacer pictórico aquí se convierte en un espacio transitorio, donde la forma previa se pone en cuestión y una nueva forma puede asomar.

Me encuentro en ese hacer y rehacer, en la fragilidad de una pintura que no se impone, sino que se arma desde lo que cae. Lo que queda es una escena abierta, un mapa inestable de restos y posibilidades.

Pintura escombrada, serie Escombros

Tinta, marcadores y acuarela sobre papel Xuan

250 cm x 200 cm

2025

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